13 Concéntrate totalmente en un objeto

 
Y recuerda: la técnica es tan sólo un medio, no un fin en sí misma. Una vez se reconoce la esencia, el Ser que ya Eres, puedes soltar la técnica y reposar.
Primero: O imagina que los círculos de cinco colores de la cola del pavo real son tus cinco sen­tidos en el espacio ilimitable. Ahora deja que su belleza se funda por dentro. Del mismo modo, con cualquier punto del espacio o de una pared: hasta que el punto se disuelva. Entonces tu deseo de otro se hace realidad.

Tu mente nunca está en un punto. Está siempre yendo, moviéndose, alcanzando, pero nunca en un punto. Va de un pensamiento a otro. Recuerda esto: la mente siempre está en movimiento, esperando llegar a alguna parte, pero sin llegar nunca. ¡No puede llegar! La estructura misma de la mente es movimiento.

Si te paras en A o en B o en cualquier punto, la mente luchará contigo. Porque si te paras, la mente muere inmedia­tamente. Sólo puede estar viva en movimiento.

Si te paras y no te mueves, de pronto la mente se queda muerta, ya no está ahí; sólo permanece la consciencia.

La consciencia es tu naturaleza; la mente es tu actividad:

igual que andar.

En realidad es mejor llamarla «mentear» que mente. Caminar es un proceso; si te pa­ras, no hay caminar. Tienes piernas, pero no cami­nar. Las piernas pueden caminar, pero si te paras, aunque las piernas seguirán ahí, no habrá caminar.

La consciencia es como las piernas: tu natura­leza. Si paras el movi­miento, no hay mente. Eres consciente, pero no hay mente. Tienes piernas, pero no caminar. Ca­minar es una función, una actividad; la mente también es una función, una actividad.

Si insistes y si no obedeces a la mente..., es difícil, porque siempre has obedecido. En realidad, nun­ca te has desidentificado de la mente.

La mente es tan sólo un esclavo, pero lo ha simulado durante tanto tiem­po, que incluso el señor cree que el esclavo es el señor.
Imagina que los círcu­los de cinco colores de la cola del pavo real son tus cinco sentidos en el espacio ilimitable. Ahora deja que su belleza se funda por dentro.

Simple­mente imagina que tus cinco sentidos son cinco colores; Entonces entra en ti con esos co­lores. Entra y siente un centro en el que estos cin­co colores se están fusionando dentro de ti. Imagina que estos cinco colores penetran en ti y se unen en un punto.

Cualquier punto servirá, pero el hara es el mejor. Piensa que se están uniendo en tu ombligo; que el mundo entero se ha convertido en colores, y que esos colores se están uniendo en tu ombligo. Si te concentras en el punto, se disuelve, porque es sólo imaginación.

En esta meditación sólo hay color. Has olvidado todos los obje­tos. Sólo has elegido cinco colores. Con­céntrate en ese punto, y sigue concentrándote en él. No intentes pensar en el verde y el rojo y el amarillo y en los colores en general; no pienses.

Si no puedes imaginar colores, entonces cualquier punto de una pared servirá. Toma cualquier cosa como objeto de concentración. Si es interno, es mejor. Para los que son introvertidos, resultará fácil imaginar todos los colores juntándose por dentro. Hay extrovertidos que no pueden imaginar nada dentro. Sólo pueden imaginar fuera.

Si eres extrovertido, no intentes este punto in­terno; pruébalo fuera. En­tonces tendrás que concentrarte con los ojos abier­tos. Creando un centro interno, entonces tendrás que concentrarte con los ojos cerrados.

Si estás mirando la pa­red externa, sigue concentrándote hasta que el punto se disuelva. En el pestañeo se pierde la concentración. Así que no pestañees.

Si te concen­tras en un punto, el punto no se va a disolver real­mente; se disuelve la mente. Y cuando la mente se para no puedes estar relacionado con nada externo.

Una vez que conoces este centro, sabes que estás en casa.

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